viernes, 29 de octubre de 2010
Un tal Juan Pérez González
El tipo se llamaba Juan Pérez, y de segundo apellido era González. Su documento no mostraba siquiera un poco de originalidad y ese karma a Juan Pérez González lo había perseguido toda la vida. Encima el tipo, pobre, no tenía una característica distintiva, ni narigón, ni pailón, ni nada por el estilo. Así, a los amigos les resultó imposible atribuirle un apodo que lo destaque. Siempre fue "Juan Pérez", un Juan Pérez más, uno de los tantos. Quizá por eso estalló de bronca en aquel bar de Sudáfrica, en pleno apogeo del Mundial 2010.
-Amigo, ¿de dónde sos? -lo saludó simpáticamente en inglés el sudáfricano que también esperaba al cantinero.
-¡Soy de Argentina! -contestó en castellano Juan Pérez, quien en inglés sólo sabía decir "Hello" y "One beer, please".
-Argentinaaa. Messsiiiii -gritó excitado el sudafricano, con una brillante sonrisa.
Juan Pérez quiso divertirse con el lugareño y comenzó a largarle nombres de jugadores argentinos para ver si los conocía.
-Maradooonaa
-Maradooonaa -repitió el otro
-Batistuutaa
-Batistuutaa
-Teveeezzz
-Teveeezzz
-Juan Peeeerez - gritó el hombre del nombre aburrido esperando la devolución del sudafricano.
Pero hubo un silencio. Y la sonrisa y los dientes blancos desaparecieron. El lugareño no conocía a ese jugador, pero señaló al cantinero, quien en el pecho tenía un pin con su nombre. Se llamaba Juan Pérez y era otro de los tantos. Por eso ese día el argentino estalló.
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